Ante todo disculparme por la ausencia higronáutica durante esta semana. Una serie de circunstancias nada propicias han impedido a un servidor atender la tarea de éste, su blog. Parece ser que a día de hoy, las aguas empiezan a calmarse, lentas pero seguras, así que, retomamos (una vez más) la tarea tratando un tema harto curioso: el balompié (
aka fútbol).
"Once corazones que al terreno saltan con moral y decisión"Las Ibéricas F.C.Y es que iniciar una semana con el "notición" de la dimisión del presidente del
Real Madrid, afecta a cualquiera. Tres cuartas partes de la población celtibérica, gracias a la sobredosis de (des)información mediática se lanzaron, al alirón a narrar, comentar, criticar y vilipendiar tan "magna" noticia. Y es que, últimamente, no hay
Dios que hable de otra cosa, para pesar de muchos (entre los cuales, obviamente, me cuento).

Porque resulta harto curioso que la dimisión de un empresario cree tanto revuelo entre la clase obrera (mal llamada por los
PC clase media). Que yo recuerde, no existe otro caso en el mundo de las finanzas en el cual el cese del alto mandatario capitalista provoque un revuelo de características similiares. Y si no me creen, piensen, así, a bote pronto, en nombres de empresarios que hallan dejado su puesto de "trabajo" y que hallan conllevado un revuelo social tan (presupuestamente) importante.
Es lo que tiene el fútbol: crear la sensación de identidad, propiedad y tribalidad dentro de una masa de elementos que poco o nada tienen que ver entre sí, y mucho menos con el colectivo con el que se sienten identificados/representados/... Ya lo dijo aquél: "
el fútbol es así". La mejor medida de control de las masas.
El opio del pueblo 2.0.

Algo por el estilo pasó con
Jesús Gil: fascista hasta la médula (como sus leyes de limpiar
Marbella de indeseables demostró), mafioso, explotador, usurero, estafador... Ni aquél mítico programa de la casposa
Tele5,
Gil... y Tal y Tal logró lavarle la cara lo suficiente como para ser acogido en el seno social como buena persona. Pero fue llegar a la presidencia del
Atlético de Madrid y todo cambió de la noche a la mañana. Se convirtió en ídolo de masas, amado por todos los simpatizantes y socios, y fue llorado (y en qué medida) cuando falleció, años ha.
¿Y qué me dicen de
J.L. Nuñez, durante años presidente del
F.C. Barcelona, uno de los más adinerados empresarios de la ciudad condal (uno de cada dos edificios barceloneses es propiedad de
Nuñez y Navarro)?

Así que ya lo saben: si quieren llegar a ser capitalistas de pro, pisando a quien tengan que pisar con tal de embolsarse unos buenos euros, y encima sufren de problemas de conciencia que no les dejan dormir por las noches por sus hazañas en el mercado de las finanzas y la explotación, cómprense, cual si de un Monopoly cañí se tratara, un equipo de fútbol. Expiaran sus pecados mucho mejor que si pasaran por el confesionario. Serán amados. Serán ídolos. Serán los dioses del Imperio. Porque España, al igual que el fútbol, es asín.