Anteayer mismo volvíalo a comentar el mismísimo Ansón desde su imparcialidad: «la fractura de la unidad de España se hará inevitable». Y es que la conservación recalcitrante de esa «una, grande y libre» es un tema que lleva planeando sobre las testas de los ciudadanos celtibéricos desde hace ya demasiado tiempo. Aunque, a qué negar que tampoco hay que sorprenderse mucho de ello ya que somos un país que no sabe y/o no quiere pasar página a tema alguno. Uno podría llegar a teorizar que esto se debe a esa ausencia de memoria que ya hemos comentado por estos lares en diversas ocasiones, que ocasiona una imposibilidad de avanzar por miedo a la perdida de consciencia y de esencia. Aunque, lo más probable, es que se deba, simplemente, a una cuestión de meros interereses creados. Y es que el mantenimiento de ciertas cuestiones divergentes, siempre acaba favoreciendo a unos o a otros.


Aunque resulte irónico, esta presupuesta ruptura de la unidad patria no es una constante en el imaginario colectivo, ni de lejos. Se reparte entre periodos que van de la absoluta latencia (porque desaparecer, no desaparece nunca) a la más absoluta de las chabacanas radicalizaciones.

Y justo estábamos casi llegando a uno de esos impasses entre dos tempestades cuando vienen los señores de Parker Brothers y nos vuelven a lanzar de cabeza en la diatriba nacional, pues, según fuentes oficiales (uséase, el que esto escribe), de cara a la nueva edición de Monopoly, los ciudadanos del (primer) mundo, pueden entrar en su página web y votar qué ciudades quieren que se incluyan. El resultado serán veinte lustrosas ediciones con las urbes más votadas del planeta.


¿Que qué tiene que ver todo esto con lo que estábamos declamando? Pues que las dos únicas posibles ciudades celtibéricas presentadas por ahora a concurso son, como ya se habrán imaginado, Madrid y Barcelona. Olvídense de aquello de optar por una edición concreta. Olvídense de hacer rabiar a sus allegados por tener la edición de la ciudad en la que no viven y no otra. Olvídense también de las ediciones de Sevilla, Zaragoza, Málaga, Valencia y Bilbao. Ahora, será una y trino. Si es que hay alguna. Todo depende del nivel votante de los españolitos. Y como se asemeje a la participación electoral, ya les digo que no va a haber representación monopólica patria. Digo.

Todo esto podría ser anecdótico, pero con esa constante lucha interna (que, no olvidemos, viene desde tiempos inmemoriales) entre la capital del reino y la ciudad condal, si esto trasciende a los medios y, peor, a la política, la cosa se va a poner calentita, calentita. Un servidor, en uno de esos episodios psicotrónicos, ya casi contempla a Rajoy y a Esperanza Aguirre solicitando el voto para la Capital, en pos de la Unidad que comentábamos y a un Carod Rovira llegado a postular la versión en catalán, si Barcelona llega a hacerse con su tablero propio. Debates en el congreso, campañas multimediáticas por parte del Cuarto Poder... Háceseme la boca agua de sólo pensarlo, no les engañaré.

Por suerte, o por desgracia, en la mansión higronáutica no tendremos nunca esa diatriba: somos usuarios de la versión de los X-Men y a lo más que podemos aspirar es a elegir entre Latveria o Genosha. O algo.


Apostilla: La lista de ciudades candidatas, de momento, asciende a 68, aunque existe la posibilidad de proponer otras. Pensaba un servidor que si se les ocurría una alternativa a las existentes, que, a fin de cuentas, son las de toda la vida, podríase añadir e intentar conseguir votos para ella. Seguro que divago, pero, ¿no sería bello un Monopoly con las calles de Utrera? ¿Y uno de Marina D'Or? Y a muy malas, siempre nos quedará el Palé.