Nuestra siempre bien estimada, idolatrada y grandilocuente SGAE no consideró suficiente aplicar un canon por copia privada a consumibles tales como cedés y deuvedés. No. En un acto de sabiduría sin parangón, cayó en la cuenta que también era aplicable esta tasa a reproductores de emepetrés, teléfonos móbiles, discos duros, tarjeta de memorias, grabadoras, y copiadoras varias (a señalar que en éstas el cánon varía bajo el acertado criterio de la velocidad de impresíón o ppm).

Ahora bien, existen aún muchos (demasiados) ámbitos donde se reproducen contenidos artísticos y que, por el momento, siguen, injustamente, libres de tasa. Por ejemplo: los autocares. Sí, queridos mostrencos. Todos aquellos de ustedes que hallan tenido el placer de realizar un viaje en omnibús, de buen seguro que han gozado, en un momento u otro de su recorrido de las consabidas películas VHS gastadas por el paso de los años que tan amenas nos han hecho las horas pasadas en la carretera a la espera de llegar a destino. Desde las clásicas cintas de Chuck Norris hasta las comedias de Tom Hanks, pasando, más en cuando que de en vez, por algún que otro "estreno" de hace un par de años.

Pues sepan ustedes que, a partir de ahora, para que ustedes puedan disfrutar con las tortas de los simpares Bud Spencer y Terence Hill de camino a Andorra, o de las deliciosas cintas de don Manolo Escobar en su viaje del Inserso a Benidorm, los señores autobuseros habrán tenido que pagar previo cánon por ello. En palabras de la SGAE «Compartir un viaje con el talento de un creador sí tiene un precio». O lo que es lo mismo: poder disfrutar del cassette favorito del señor autobusero, ese recopilatorio añejo de los Chichos, tiene un precio (y no hablo ni del musical, ni del moral, qué conste).


En este aumento de elementos reproductores de copias privadas y/o de lugares donde puede llevarse a cabo esta labor, quería proponer a los sabios señores de la SGAE una serie de elementos más a tener en cuenta para futuribles ampliaciones canónigas:

Eso sí, una cuestión dudeante me recorre la mente: si, como se afirma, se pretende acabar con las redes pares en un futuro a corto plazo, ¿será viable después seguir cobrando este impuesto revolucionario, una vez los ciudadanos no puedan ya acceder a los contenidos a los que andan (mal) habituados? Je ne sais pas...


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