Sociología higronáutica navideña II: Fin de año
rubricado por Higronauta
" Entre gritos y pitos los españolitos / enormes, bajitos hacemos por una vez, / algo a la vez"
Un año más, Mecano
La llegada del fin de año y la preminente entrada al año nuevo suele ser motivo harto estresante para buena parte de la población celtibérica se opte por la opción que se opte.
A. VÁMONOS DE FIES
Para empezar, existen un buen número de elementos que, autoproclamados reyes de la previsión, tres meses antes ya andan intentando hacer planes para su excursión etílica de nochevieja, con la clásica excusa de que si se deja todo para última hora, nunca se encuentra nada bueno que hacer, para, a fin de cuentas, acabar haciendo lo mismo año tras año (hasta el infinito y más allá...). Y es que todo quisque tiene que hacer ALGO esa noche. Obligatoriamente. Si no, parece que la razón de existir se diluye en una especie de vacio espacio-temporal y uno se ve absorbido por la nada, entrando así en el nuevo año con mal pie.
Esto se demuestra en el hecho que, a medida que se acerca el día D en el calendario, la población (especialmente joven) empieza a sufrir claros síntomas de ansiedad por no tener organizada la borrachera de marras, llegando incluso al hecho de ir a antros en los cuales, durante los restantes 365 días (o 366 dependiendo del año) no osaríamos ni acercarnos ni aunque nos pagaran.
Un 90% de las fotos tomadas esa noche serán harto parecidas a ésta.
Ante tanta crisis existencial, no es de extrañar que las discotecas, salas de fiestas y pubs varios, se aprovechen de este personal, cobrando cifras astronómicas por una entrada que da derecho a:
- De 15 a 25 centímetros cuadrados de espacio vital (y eso con suerte) por persona/noche.
- Consumiciones alcohólicas que, con suerte, serán de garrafón (aunque la gran mayoría deben ser de cisterna directamente), provocando, no sólo las reacciones consabidas, si no, sobre todo y ante todo, unas resacas posteriores que dejan al individuo en un estado casi comatoso si no fuera por las terribles jaquecas clásicas.
- Un Dj amateur contratado en cualquier ETT que lo mejor que sabe pinchar, es el bistec que le pone su madre en el plato.
Y claro, todo el conjunto se torna una espiral macabra sin fin que lo único que fomenta es la consumición de ¿alcohol? Talmente parece que el que mayor cogorza consiga, mejor año tendrá. O no.
B. ¿Y SI NOS QUEDAMOS EN CASA?
A grandes males, peores remedios. El estrés que se vive en las moradas españolas el día 31 de diciembre, roza el que sufrieron los brockers en el crac del 29 ya que para las doce menos cinco de la noche, todo el mundo tiene que estar bien cenado y con sus doce uvas en el plato (algunos comensales las necesitarán peladas y sin semillas por aquello de no atragantarse y facilitar la deglución). Un ritual tan simple durante el resto del año, ese día se convierte en un símil carpetovetónico de Misión Imposible. O lo que es lo mismo: la banda sonora del día vendría a ser la sintonía de san Benny Hill.
Una vez todo el núcleo de allegados ya delante de su platillo de frutos de vid, toca decidir, cómo no, en qué cadena catódica se verán las consabidas campanadas (eso si no se trata de un patriarcado de tomo y lomo que sintoniza el canal que le viene en gana). Elijan lo que elijan será harto casposo así que no se aflijan ante el dudeo. Cierren los ojos, pulsen un número al azar de su mando a distancia y a entrar en el año nuevo de cabeza. Y a las 12...
Sagrado ritual, culto a la diosa de la abundancia y la fertilidad
(y en muchos casos, al mal gusto en estado puro)
Sprint. Piénsenlo por un momento: casi cuarenta millones de personitas deglutiendo al unísono y a máxima velocidad posible el tan verde fruto. Para vomitar sólo de pensarlo, oigan... Eso sí, que nadie se atragante durante el ritual tribal, porque en ese preciso momento, todo españolito vive sólo para sus 12 uvitas, ajeno al mundo exterior y hasta que no se las halla finiquitado no volverá a la realidad, comprobando, en algunos casos, como se ha podido constatar fehaciemtn, que su abuelo había fallecido de ingestión, y el personal allí reunido sin enterarse.
Pasado el mal rato, tocan las felicitaciones anuales (o anales) in person, las felicitaciones telefónicas y las felicitaciones copia-pega-renvía vía sms (con las consabidas líneas saturadas de originales). A partir de aquí, se puede pasar al apartado A, con lo cual la noche se torna más complicada si cabe, o se puede uno quedar en casita, o bien intentando visionar esos refritos pregrabados y que superan la escasísima calidad de la catodia nacional anual (que ya es rizar el rizo) o bien pasar al alcohol y, por ejemplo, darse a los juegos de mesa, al karaoke o, si son afortunados, al fornifolle de tomo y lomo. Y es que ya lo dice el dicho catalánico: "Qui no folla per cap d'any no folla en tot l'any" (Quién no folla en fin de año, no folla en todo el año).
C. C'EST FINI
Y al final ¿qué nos queda? Pues a parte de una resaca de padre muy señor mío, y, si hemos optado por quedarnos en nuestra vivienda, una pila de platos guarrisísimos, y con suerte, un par de manchas de no-me-acuerdo-qué en la tapicería de nutria de imitación del sofá. Del resto, sólo lagunas. Y todo esto simplemente porque el planeta ha efectuado una vuelta completa más al astro rey. Como afirmaba la canción: "España a ver si te sacudes las legañas". O sea.
Un año más, Mecano
La llegada del fin de año y la preminente entrada al año nuevo suele ser motivo harto estresante para buena parte de la población celtibérica se opte por la opción que se opte.
A. VÁMONOS DE FIES
Para empezar, existen un buen número de elementos que, autoproclamados reyes de la previsión, tres meses antes ya andan intentando hacer planes para su excursión etílica de nochevieja, con la clásica excusa de que si se deja todo para última hora, nunca se encuentra nada bueno que hacer, para, a fin de cuentas, acabar haciendo lo mismo año tras año (hasta el infinito y más allá...). Y es que todo quisque tiene que hacer ALGO esa noche. Obligatoriamente. Si no, parece que la razón de existir se diluye en una especie de vacio espacio-temporal y uno se ve absorbido por la nada, entrando así en el nuevo año con mal pie.
Esto se demuestra en el hecho que, a medida que se acerca el día D en el calendario, la población (especialmente joven) empieza a sufrir claros síntomas de ansiedad por no tener organizada la borrachera de marras, llegando incluso al hecho de ir a antros en los cuales, durante los restantes 365 días (o 366 dependiendo del año) no osaríamos ni acercarnos ni aunque nos pagaran.
Ante tanta crisis existencial, no es de extrañar que las discotecas, salas de fiestas y pubs varios, se aprovechen de este personal, cobrando cifras astronómicas por una entrada que da derecho a:
- De 15 a 25 centímetros cuadrados de espacio vital (y eso con suerte) por persona/noche.
- Consumiciones alcohólicas que, con suerte, serán de garrafón (aunque la gran mayoría deben ser de cisterna directamente), provocando, no sólo las reacciones consabidas, si no, sobre todo y ante todo, unas resacas posteriores que dejan al individuo en un estado casi comatoso si no fuera por las terribles jaquecas clásicas.
- Un Dj amateur contratado en cualquier ETT que lo mejor que sabe pinchar, es el bistec que le pone su madre en el plato.
Y claro, todo el conjunto se torna una espiral macabra sin fin que lo único que fomenta es la consumición de ¿alcohol? Talmente parece que el que mayor cogorza consiga, mejor año tendrá. O no.
B. ¿Y SI NOS QUEDAMOS EN CASA?
A grandes males, peores remedios. El estrés que se vive en las moradas españolas el día 31 de diciembre, roza el que sufrieron los brockers en el crac del 29 ya que para las doce menos cinco de la noche, todo el mundo tiene que estar bien cenado y con sus doce uvas en el plato (algunos comensales las necesitarán peladas y sin semillas por aquello de no atragantarse y facilitar la deglución). Un ritual tan simple durante el resto del año, ese día se convierte en un símil carpetovetónico de Misión Imposible. O lo que es lo mismo: la banda sonora del día vendría a ser la sintonía de san Benny Hill.
Una vez todo el núcleo de allegados ya delante de su platillo de frutos de vid, toca decidir, cómo no, en qué cadena catódica se verán las consabidas campanadas (eso si no se trata de un patriarcado de tomo y lomo que sintoniza el canal que le viene en gana). Elijan lo que elijan será harto casposo así que no se aflijan ante el dudeo. Cierren los ojos, pulsen un número al azar de su mando a distancia y a entrar en el año nuevo de cabeza. Y a las 12...
(y en muchos casos, al mal gusto en estado puro)
Pasado el mal rato, tocan las felicitaciones anuales (o anales) in person, las felicitaciones telefónicas y las felicitaciones copia-pega-renvía vía sms (con las consabidas líneas saturadas de originales). A partir de aquí, se puede pasar al apartado A, con lo cual la noche se torna más complicada si cabe, o se puede uno quedar en casita, o bien intentando visionar esos refritos pregrabados y que superan la escasísima calidad de la catodia nacional anual (que ya es rizar el rizo) o bien pasar al alcohol y, por ejemplo, darse a los juegos de mesa, al karaoke o, si son afortunados, al fornifolle de tomo y lomo. Y es que ya lo dice el dicho catalánico: "Qui no folla per cap d'any no folla en tot l'any" (Quién no folla en fin de año, no folla en todo el año).
C. C'EST FINI
Y al final ¿qué nos queda? Pues a parte de una resaca de padre muy señor mío, y, si hemos optado por quedarnos en nuestra vivienda, una pila de platos guarrisísimos, y con suerte, un par de manchas de no-me-acuerdo-qué en la tapicería de nutria de imitación del sofá. Del resto, sólo lagunas. Y todo esto simplemente porque el planeta ha efectuado una vuelta completa más al astro rey. Como afirmaba la canción: "España a ver si te sacudes las legañas". O sea.
Etiquetas: ¿Sociología?
7 Réplicas:
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Publicar un comentarioYo, por suerte, disfruto de una familia atípica y unos amigos bastante discretos, así que ni la cena de navidad ni la noche de fin de año hago nada especial. Aunque, cierto es que en el pasado hemos intentado acoplarnos a la masa de gente, y ni ganas de volver a repetir esa experiencia, oiga...
JJ, es usted un Antropólogo, En mi particular caso, este año, en lo tocante a fiestas finianuales, ha sido extraordinario, fijese usted, no comí uvas(estaba secandome el pantalón, empapado de infusión de anís, a base de plancha) fui a una fiesta, que no tenía como excusa el fin de año, habiendo barra libre no agarré cogorza alguna, y me libré de el tradicional paseobarrahorrificoespectaculopachagueril ofrecido en mi ciudad ultramarina(que por algún azar del destino se había convertido en una tortura autoinfligida en mi colectivo) por el contubernio de cabildo, ayuntamiento y gobierno autónomo.
Pero a que negarlo, nos pilló, los españoles y la mayoría de los occidentales somos unos borreguitos simples, con unas arraigadísimas creencias, remontables a algunos festivales estacionales paganos, la diferencia es que en vez de con uvas y cava, se empezaba el año con sangre de virgenes o vayausté a saber que "retrogradas barbaridades" "hemos avanzado mucho"
Pero a que negarlo, nos pilló, los españoles y la mayoría de los occidentales somos unos borreguitos simples, con unas arraigadísimas creencias, remontables a algunos festivales estacionales paganos, la diferencia es que en vez de con uvas y cava, se empezaba el año con sangre de virgenes o vayausté a saber que "retrogradas barbaridades" "hemos avanzado mucho"
Que bueno!
Pese a lo absurdo que suena todo, la situación se repite cada año.
Nunca fui a ninguna fiesta de fin de año y a la vejez no creo que vaya a cambiar mis costumbres. Cena tranquila en casa de mis progenitores y cubateo con los amigos en la mia después de las uvas viendo videos, jugando al guitar hero y demás juegos que pongan en evidencia lo ridículos que podemos llegar a ser si nos lo proponemos y aun sin proponernoslo...
Pese a lo absurdo que suena todo, la situación se repite cada año.
Nunca fui a ninguna fiesta de fin de año y a la vejez no creo que vaya a cambiar mis costumbres. Cena tranquila en casa de mis progenitores y cubateo con los amigos en la mia después de las uvas viendo videos, jugando al guitar hero y demás juegos que pongan en evidencia lo ridículos que podemos llegar a ser si nos lo proponemos y aun sin proponernoslo...
Lo mejor que se puede hacer en nochevieja y anyo nuevo es salir a la calle con una AK 44 y dar rienda suelta a nuestros más intimos deseos de muerte y destrucción, yo lo suelo hacer cada anyo y chico, es mejor que los bifidus esos, te quedas renovado por dentro y por fuera.
yo pasé la mejor Noche vieja de mi vida por coincidencia de fechas y eventos... feliz 2007, donHigro!
Su certero y cruento análisis, me ha hecho rememorar cierto escrito de uno de mis colaboradores sobre un punto de "estasfechastanseñaladas" que se le ha escapado: las cenas de empresa y/o amigos...
Un servidor, ha aprendido, con el paso de los años, a sortear los peligros que planetan estas fiestas en cuanto a reuniones sociales se refiere. Aún así, hay torres que no he conseguido derrumbar todavía, maese miultimodia.
En la mansión higronáutica nos planteamos saltarnos el culto a la vid, pero en pleno eclipse casposo-navideño, decidimos rematar el año como empezamos: haciendo el becerro. Por cierto, maese anónimo, me ha motivado eso del derrame de sangre virginal. Creo que habrá que empezar a hacer los preparativos para el 31 de diciembre de este año.
Lastimosamente, sí, yedra, año tras año, cual eterno devenir de don Nietzsche. Me sumo a su virginidad en cuanto a macrofiestas findeañeras. Un espectáculo que, probablemente, yo tampoco "disfrute" nunca. Lástima. O no.
Don genius a un servidor lo de salir a la calle para repartir plomo le parece demasiado cansino. Si he de optar por esa costumbre, prefiero hacerlo desde la ventana del comedor, con rifle de francotirador al ristre. Es más impersonal, y creo que más agradecido.
Feliz año a usted también, querida Pussy. Y enhorabuena por la finiquitación de año. Un servidor anda todavía esperando la mejor de su vida, y, sinceramente, dudeo que vaya a llegar nunca...
Deliciosa referencia, maese kuroi. Creo que me voy a aficionar a los desvaríos del tal Kenny.
En la mansión higronáutica nos planteamos saltarnos el culto a la vid, pero en pleno eclipse casposo-navideño, decidimos rematar el año como empezamos: haciendo el becerro. Por cierto, maese anónimo, me ha motivado eso del derrame de sangre virginal. Creo que habrá que empezar a hacer los preparativos para el 31 de diciembre de este año.
Lastimosamente, sí, yedra, año tras año, cual eterno devenir de don Nietzsche. Me sumo a su virginidad en cuanto a macrofiestas findeañeras. Un espectáculo que, probablemente, yo tampoco "disfrute" nunca. Lástima. O no.
Don genius a un servidor lo de salir a la calle para repartir plomo le parece demasiado cansino. Si he de optar por esa costumbre, prefiero hacerlo desde la ventana del comedor, con rifle de francotirador al ristre. Es más impersonal, y creo que más agradecido.
Feliz año a usted también, querida Pussy. Y enhorabuena por la finiquitación de año. Un servidor anda todavía esperando la mejor de su vida, y, sinceramente, dudeo que vaya a llegar nunca...
Deliciosa referencia, maese kuroi. Creo que me voy a aficionar a los desvaríos del tal Kenny.