Sociología higronáutica navideña I: Comidas familiares
rubricado por Higronauta
Recién entrado el nuevo año (en términos astronómicos, no viene a ser más que una vuelta más de la Tierra alrededor del astro solar) y a pocos días de finalizar el pasadizo festivo en que nos hallamos inmersos desde el día 24 de diciembre, no encuentro mejor momento para realizar otro de esos análisis sociológicos higronáuticos (aka de estar por casa) de tan lustrosos 15 días.
Comidas familiares
La familia que ingesta unida, se destripa unida
Olvídense del terrorismo internacional y/o local tan denostado y perseguido en estas fechas. El centro de crisis mundial en cada una de las moradas primermundistas se concentra en esas copiosas ingestas tradicionales navideñas. Porque, para empezar, se reúne a un grupo de personitas que poco o nada tienen que ver (o verse) durante el resto del año, exceptuando el vínculo de sangre (ya ven que somos así de modernos, retornando a las (re)uniones tribales de nuestros ancestros). De esta manera se encuentran, bajo un mismo techo, seguidores acérrimos de don Losantos y don Vidal, presupuestos izquierdistas pro-Llamazares, adictos al pasototaldepolítica, núcleos familiares acaudalados, núcleos familiares menos acaudalados, modernos, tradicionarius, algún que otro elemento contra/subcultural, y un núnero nunca inferior a tres de bebotes chorreantes y llorones. Los ingredientes del cóctel molotov estan servidos...
A continuación, y de una manera cuasi inocente, se colma a los asistentes citados de viandas múltiples e interminables: y no hablamos únicamente de esos fantasbulosos entrantes ni esos platos tamaño XXL, si no que hay que tener también en cuenta los postres embotarterias y los consabidos complementos para la sobremesa (veánse turrones, polvorones, frutos secos,...). A todo esto súmenle una cantidad de alcohol en vena que ni en las bodas de Caná, y ya tendrán una clásica celebración navideña celtibérica.
Porque, llegados a este punto, las pasiones se desbordan. Lo que hasta media ingesta era curiosidad y presupuesto interés por el resto de los comensales, una vez entrados ya en plena sobremesa (y bajo los efectos del alcohol) la caja de Pandora queda abierta. Disputas pseudopolíticas, riñas entre hermanos (perdónalos, oh Dios, porque no saben lo que hacen), abuela esperese que ahora nos vamos, niño estate quietecito un rato, clásicos interrogatorios modelo Gestapo a los púberes en busca de carnaza amarilla (los consabidos "¿Y qué? ¿Ya tienes novi@?" que con la digievolución se torna en "¿Y qué? ¿Cuándo os casáis?" llegando al último nivel de la fuerza del superguerrero que supera la fuerza del superguerrero con el clásico "¿Y qué? ¿Para cuando el crío?") , comparaciones, diatribas y demás.
Más venerado que el mismo Jesús.
En estas fechas, ama al mueblebar por encima de todas las cosas.
Y aunque pueda parecer harto imposible, la sangre nunca o casi nunca acaba llegando al río. Presupongo que se debe a una Ley máxima de la tribu que debe afirmar algo así como "no matarás a los de tu sangre". Y eso que momentos cercanos al fraticidio se dan, a qué negarlo...
Tras una leve pausa atemporal, todos parecen reconciliados con todos, se despiden fervorosamente (con mayor o menor grado de falsedad, obvio) y hasta el año que viene si te he visto no me acuerdo.
Y a todo esto, un servidor se pregunta: ¿quién se ha acordado del nacimiento de Cristo rey?
Comidas familiares
A continuación, y de una manera cuasi inocente, se colma a los asistentes citados de viandas múltiples e interminables: y no hablamos únicamente de esos fantasbulosos entrantes ni esos platos tamaño XXL, si no que hay que tener también en cuenta los postres embotarterias y los consabidos complementos para la sobremesa (veánse turrones, polvorones, frutos secos,...). A todo esto súmenle una cantidad de alcohol en vena que ni en las bodas de Caná, y ya tendrán una clásica celebración navideña celtibérica.
Porque, llegados a este punto, las pasiones se desbordan. Lo que hasta media ingesta era curiosidad y presupuesto interés por el resto de los comensales, una vez entrados ya en plena sobremesa (y bajo los efectos del alcohol) la caja de Pandora queda abierta. Disputas pseudopolíticas, riñas entre hermanos (perdónalos, oh Dios, porque no saben lo que hacen), abuela esperese que ahora nos vamos, niño estate quietecito un rato, clásicos interrogatorios modelo Gestapo a los púberes en busca de carnaza amarilla (los consabidos "¿Y qué? ¿Ya tienes novi@?" que con la digievolución se torna en "¿Y qué? ¿Cuándo os casáis?" llegando al último nivel de la fuerza del superguerrero que supera la fuerza del superguerrero con el clásico "¿Y qué? ¿Para cuando el crío?") , comparaciones, diatribas y demás.
En estas fechas, ama al mueblebar por encima de todas las cosas.
Tras una leve pausa atemporal, todos parecen reconciliados con todos, se despiden fervorosamente (con mayor o menor grado de falsedad, obvio) y hasta el año que viene si te he visto no me acuerdo.
Y a todo esto, un servidor se pregunta: ¿quién se ha acordado del nacimiento de Cristo rey?
Etiquetas: ¿Sociología?
8 Réplicas:
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Publicar un comentarioDe cristo rey se acuerda mi madre, y ella se cerciora de que todo el mundo se acuerde del significado religioso del evento con la oración de navidad, mucho más larga y mistica, que el resto de las bendiciones alimenticias del año...
Esta ha sido la primera comida de navidad sin mi hermana, que ya vive en su casa con su marido y fue a casa de su suegra.
Ha sido extraño.
Ha sido extraño.
Pues a mí me toca estar con mucha gente el día de reyes....un poco coñazo , si, pero al menos comeremos un cocido gallego (para algo somos de aqui, que coño) en una pota de medio metro de altura.
Supongo que será extraño, pero emborracharse con tu familia no tiene precio.
Lo que sí me parece una perrada es lo del roscón de reyes...hay que ser tonto para que endiñen lo que vale Xddd.
Un saludo
Supongo que será extraño, pero emborracharse con tu familia no tiene precio.
Lo que sí me parece una perrada es lo del roscón de reyes...hay que ser tonto para que endiñen lo que vale Xddd.
Un saludo
Apostaría que son pocos los hogares con una progenitora como la suya, maese anónimo...
dr.Benway, el primer año siempre es el más costoso desde el punto de vista del que se queda. Ánimos.
Presupongo que la borrachera familiar debe depender muy mucho de la familia a la cual pertenezca, maese sublimotrust, y, sobretodo, al nivel de afiliación que tenga para con ésta.
En cuanto al tema del cocido, a qué negar que me recorre cierta envidia (y más pensando en esa pota de medio metro de altura).
Por cierto, ¿no podría conseguir alguien que el roscón real fuera algo más apetitoso y menos insolubre e intragable?
dr.Benway, el primer año siempre es el más costoso desde el punto de vista del que se queda. Ánimos.
Presupongo que la borrachera familiar debe depender muy mucho de la familia a la cual pertenezca, maese sublimotrust, y, sobretodo, al nivel de afiliación que tenga para con ésta.
En cuanto al tema del cocido, a qué negar que me recorre cierta envidia (y más pensando en esa pota de medio metro de altura).
Por cierto, ¿no podría conseguir alguien que el roscón real fuera algo más apetitoso y menos insolubre e intragable?
coñe no salio mi coment?
weno otra ves:quien eres de los que están en la mesa¿XD
weno otra ves:quien eres de los que están en la mesa¿XD
Es que es precisamente eso, real, en nuestra sacrosanta y constitucional ESPAÑA, el roscón se ha adaptado a las circunstancias, y desde hace algunos años se sirve relleno de nata, o nata chocolateada; una perfecta ilustracion gastronómica de nuestro sistema democrático a dos bandas que no son más que una sola crema lubricante para un bizcocho , monárquico y sequísimo
Kyra, le podría decir que fuí el fotógrafo de esta comida (que parece patrocinar el señor Coca-Cola), pero, a qué negar que le mentiría: esta familia es totalmente azarosa y 100% internáutica. Es más, un servidor intenta seguir su normativa de no sentarse a la mesa con más de 5-7 comensales por turno en festividades navideñas.
Don anónimo me ha dejado maravillado con su metáfora real. Chapeau.
Don anónimo me ha dejado maravillado con su metáfora real. Chapeau.
Gracias, pero es su verbo el que me inspira.