Pedro Duque pide que España lidere un plan para 'salvar a la Humanidad' del Apophis (Fuente: El Mundo)


Que don Pedro Duque (aka Peter Duke) era español, ya se habían encargado de comunicárnoslo todos los medios de (des)comunicación, con ese orgullo patrio que nos caracteriza, habiendo sido como fue (y es) el primer astronauta celtibérico. Y parece ser que en cada acto público, este elemento quiere reforzar más esa idea de orgullo cañí a lo Alfredo Landa, que vendría a ser algo así como, bajitos, feos pero echaos p'alante. Les cuento.

El Apophis que se menciona en la cabecera, no es más que un asteroide que pasará cerca de este planeta por allá el año 2029 y que podría causar daños catastróficos, ya que podría llevarse por delante unos cuantos satélites de telecomunicaciones (ya saben, televisión, telefonía móbil,...) dejando a la Tierra atontada (más, si cabe). Pero según los científicos (genuflexionémonos ante los Altos Evolucionados de la especie), "el peligro real para los humanos vendría apenas siete años después, cuando el asteroide, ya captado por el campo gravitatorio terrestre, podría caer con sus 250 metros de diámetro sobre la Tierra". Tranquilos, los cálculos informan que se estampará contra el mar, abriendo una griteta de kilómetros en la corteza terrestre, provocando un tsunami "infinitamente más grande que el que afectó a Indonesia" (pregunto: ¿alguien se acuerda a estas alturas de lo sucedido?).

Sancho, Quijote, Quijote, Sancho

Hasta ahí la teoría. Ahora, el momento celtibérico: la empresa española Deimos Space (en inglés que siempre es más cool) lleva años trabajando en una misión denominada Don Quijote (ooolé) que prevé que se envíen dos naves contra el asteroide. Una Hidalgo (ooolé), "que impactaría contra su superfície para así tratar de fragmentarlo o desviarlo" (¿han visto ustedes Armaggedon?, pues eso), y una segunda, Sancho (oooooleé), que se quedaría en órbita pasando información a la tierra. Más carpetovetónico imposible.


Aquellos incrédulos que a estas alturas anden o bien con los ojos desorbitados o bien desternillándose de la jocosa empresa, un poco de seriedad, por favor. La (in)cultura cinematográfica norteamericana nos lleva enseñando año tras año, que si un desastre de estas características acaeciese, serían ellos los que nos salvarían nuestro pelado trasero. Lo que olvidan muchos también, es que en este país, también contamos con una cinta de (massomenosss) este cariz, El Astronauta, interpretado por el simpar Tony Leblanc. Y es que lo que muchos no saben, es que en el guión oríginal de don Pedro Masó, nuestro querido cosmonauta salvaba a la Tierra de un asteroide psicokiller, pero, para variar por falta de presupuesto, la cinta se quedó como se quedó, convirtiéndose, gracias a ello, en una joya a recuperar y revisar. Porque, para los que no lo sabían, nada tenemos que envidiar al pueblo norteamericano. ¿O sí?

Conclusión: Al final iban a tener razón los Nikis cuando afirmaban aquello de "Seremos de nuevo un imperio". Fíjense por donde. O eso, o nos vamos todos a freir espárragos, que para tal como están las cosas, no se yo...