La asistencia a la clase magistral impartida por don Guillermo del Toro se debió, en gran parte, a la insitencia e ilusión de los acompañantes de un servidor. Si bien creo que Cronos es una obra maestra, sus cintas posteriores no han causado profunda mella en mi persona, a la espera de visionar la aclamada El Laberinto del Fauno.

Así que ya nos tienen, a la hora de la conferencia, asentados en las incómodas butacas de una sala con el aforo repleto, con la impaciencia de ser el primer acto al que asistíamos este año, y, a qué negarlo, con la curiosidad de ver y audicionar que tenía que explicarnos el orondo mexicano, acompañado de Antonio Trashorras, guionista de su Espinazo del Diablo, y la incunable Hora Chanante, entre otras.

Y fue entrar, y abrir la boca, y ya tenía a todo el público en el bolsillo. Maravillado me encontré ante la facilidad de palabra de este hombre, que más que realizar una conferencia, parecía encontrarse en un bar cualquiera rodeado de allegados, comentando, ironizando, soltando chanzas y jocosidades, insultando y filosofando a diestro y siniestro, sobre su vida, sobre sus películas, y, más en concreto, sobre la cinta proyectada.

Y a medida que iba hablando, toda su filmografía comenzaba a amalgamarse bajo una serie de conceptos, que, no negaré, hasta ahora había sido incapaz de ver, y que conforban un todo unitario, o casi. Su pasión infantil por los monstruos y su manera de llevarlos a la gran pantalla, su concepción de la imagen (ese aspecto que por mucho que los productores se empeñen en cambiar una película, no puede ser cambiado, según afirmó), su relación con los actores desde su relación con Federico Luppi, hasta su trabajo con el "actor infantil"(sic) Wesley Snipes, pasando por "Las mujeres son de Venus y Eduardo Noriega de dónde le da la gana"(sic), entre otros...

Maese Guillermo no sólo consiguió que casi dos horas de dialética se tornaran en una percepción de tiempo inferior al cuarto de hora, si no que consiguió cambiar la percepción que tiene/tenía un servidor sobre su obra. Tras conocer más a fondo al artista, pude comprender la obra, si no mejor, cuanto menos de una forma más cercana, con lo cual creo que la asistencia al acto cumplió espectativas de una manera harto sobrada. Gracias a ello, me hallo revisionando toda su filmografía. Y ese punto, creo que es el mayor acierto para un director. O no.