"¿Por qué soy ocioso? Es un término referencial como la riqueza, la estatura... Yo soy rico en tanto hay otro pobre. Yo soy alto en tanto hay gente que es más baja que yo. Yo soy ocioso porque hay gente trabajando."
El Gran Wyoming

Por mucho que lo he intentado, siento una debilidad, casi enfermiza por los presupuestos "estudios científicos" y/ por las encuestas públicas que, de tanto en tanto (sobretodo si no hay noticias importantes que roer) suelen aparecer por los distintos medios de desinformación ciudadana. Bajo ese manto de objetividad, se esconde fenómenos poco o nada ajustados a la realidad, y sobretodo, y antetodo, manipulados. Como les cuento.
Y es que esta mañana, en uno de esos panfletos rosáceos gratuitos, a los que tanto tengo que agradecer me he topado con esto:


Para empezar, el titular, no tiene desperdicio alguno: ocio útil. Un servidor se ha quedado con el dudeo sobre qué estaba tratando de transmitir el redactor con esos vocablos tan bien colocaditos, que, a primera vista, podían parecer contradictorios. Así que presto me he zambullido en el "artículo" y he descubierto, ¡oh sopresa! que por ocio útil se entiende "el bricolaje y la jardinería". Adivinen ahora cual ha sido la actividad más realizada por el género femenino y cual la del género masculino...
Llegados a este punto, un servidor, subido en el vagón borreguero de cada día estaba cercano al colapso mental pues no habría concebido, por años que viviese, la posibilidad de concebir cambiar una bombilla o regar los geranios como algo destacablemente útil. Vamos, que cuando en la mansión higronáutica se cambia una bombilla no se cae en la conciencia de haber realizado una tarea útil, útil. Se cambia y punto. Tampoco es cosa de vanagloriarse e ir gritando por ahí "que útil me siento".
Pero es que la ironía no acaba aquí. Qué va. ¿Qué encuesta sería esta si los datos no estuvieran falseados? Porque, llámenme malpensado si eso, pero que casi cuatro millones y medio de ciudadanos catalanes dedique su tiempo ocioso (aka no laboral) a estos menesteres, qué quieren que les diga, lo considero de falacia para arriba. O eso, o va a resultar que necesitamos cuatro horas diarias para cambiar arreglar un enchufe y/o cuatro horas más para regar las plantas (un concepto de lentitud en el más puro sentido de la palabra, vamos). Y yo me pregunto, entonces, ¿por qué cada tarde, día sí, día también, están todos los típicos bares de la urbe metropolitana de Barcelona llenos de curritos hasta altas e intempestivas horas de la noche? ¿Se trata, quizás, de ese 38 por ciento que dedica su tiempo al ocio inútil? Y un servidor, si ni riega ni realiza trabajos bricopajilleros, ¿está condenado entonces al ocio ocioso, valga la redundancia? ¿Nunca podrá llegar a aprovechar su tiempo libre en nada de provecho? Si se dedica el tiempo extralaboral a cultivar el espíritu y el intelecto, ¿uno es inútil? Dudas y más dudas que se me plantean ante un estudio, avalado por la empresa Curtman (que se podía traducir, en un mejunge catalano-británico, por hombre corto).
Menos mal que están los madrileños, que salvan la papeleta y afirman, más honestamente (o no) que sólo la mitad de ellos se dedica al bricolaje y a la jardinería. Y menos mal también, que, un 35 por ciento de los encuestados, han dado su palabra de personitas, que el año que viene (¿para qué empezar antes y estresarse si sólo quedan siete meses?) dedicarán su ocio a ser útiles. Con lo cual la posibilidad que este país vuelva a ser un Imperio, parece estar a la vuelta de la esquina. O sea.