<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d8489705\x26blogName\x3dHigroblog\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://higronauta.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://higronauta.blogspot.com/\x26vt\x3d-832655194158431021', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
miércoles, mayo 03, 2006
2:12 p. m.

Refranero carpetovetónico IV

rubricado por Higronauta
"El que se fue a Sevilla, perdió su silla"


Viajemos hasta el siglo XV. Allí, Enrique IV de Trastámara, sobrino del arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca, fue nombrado arzobispo de Compostela. El tío, viendo que las revueltas que azotaban a la zona gallega podrían dificultar la labor de tomar posesión del cargo a su sobrino, decidió adelantarse hasta Santiago para facilitarle la labor. Mientras tanto, como el arzobispado de Sevilla no podía quedarse vacante, le pidió a don Enrique que ocupara su puesto mientras duraba la gestión de marras.
Dicho y hecho, don Alonso se trasladó a Galicia y su sobrino a Sevilla. Una vez concluída la labor del tío, decidió tornar a su correspondiente arzopispado, pero ¡Oh sopresa!, ¡Oh dolor!, se encontró con que su querido sobrino no quería abandonar la sede, alegando que la permuta había sido vitalicia. Se necesitó de la intervención del Papa y del propio rey que inteceden en favor de don Alonso de Fonseca, obligando a don Enrique IV a dejar el cargo hispaliense y tomar posesión de su arzobispado en Compostela.
Con el paso del tiempo, y por motivos algo difusos, don Enrique acabará en presidio durante cinco años, factor que no le impediría, años más tarde, ocupar altos cargos en la jerarquía eclesiástica, llegando a ceder el arzobispado a su hijo. Es de aquí de donde surge el dicho "el que se fue DE Sevilla, perdió su silla", y no "el que se fue A Sevilla, perdió su silla" que es como ha llegado, por motivos intergeneracionales, hasta nuestros días. Y es que, si don Enrique IV no se hubiera movido de la capital andaluza, no hubiera (o hubiese) acabado perdiendo arzobispado alguno (para bien o para mal, sobra decirlo).

4 Réplicas:

  At 3/5/06 15:03 Blogger Aura afirmó:

Gracias por compartir su silla, muy colorida por cierto, a riesgo de que se la arrebatemos.
Este dicho entonces nos invita a convertirnos en ciudadanos acomodados, algo así como un "no nos moverán", ¿no?
Listo Enrique IV.
No se puede fiar uno ni de los sobrinos :) Me ha encantado la historia y la bonita mecedora, es suya?
La historia, clarificadora y edificante. La mecedora, descaharrántemente atractiva.
: P

De Sevilla yo conocía lo del "más falso que un duro sevillano" (en Sevilla lo conocen como "máh farso que un duro de madera", todo hay que decirlo…).

  At 6/5/06 11:58 Blogger Higronauta afirmó:

Tal como usted dice, aura, a convertirnos en ciudadanos acomodados, y, ya de paso, a desconfiar del otro por defecto, como comenta pussy.
Maese pastisset conocía el dicho sevillano, aunque no le negaré que no tengo la más remota idea de dónde proviene. Habrá que investigar...

Por cierto, y mal que me pese, la mecedora no es de un servidor. Aunque tiene toda la pinta de haber sido tuneada al gusto por un cabeza de família cualquiera para acomodarla a los gustos del infante, ¿no?