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miércoles, diciembre 08, 2004
11:41 p. m.

Navidad III: Recopilaciones Pirulachas

rubricado por Higronauta

"No quiero ser sombra ni reflejo del ayer"
Mola Mazo, Camilo Sesto

Afirma el dicho que “los viejos rockeros nunca mueren”. Pero es que la mala hierba tampoco. Sólo hace falta darse una vuelta por cualquier gran superfície que disponga de sección musical (o en su defecto postmoderno, cualquier tienda on-line) para darse cuenta de ello. Y si es en Navidad, ni les cuento. Mientras las calles y pueblos se cubren de nieve, las casas discográficas lo hacen de caspa en cantidades tales que bien se podría inaugurar una estación de esquí. Porque, por si no se habían dado cuenta, en estas fechas, hasta el artista más jurásico saca al mercado el tipiquísimo elepé de grandes éxitos (¿?), recopilando toda una carrera (¿?¿?) musical (¿?¿?¿?).


Presupongo que esto debe ser debido a un par de factores, que “curiosamente” (nótese el entrecomillado) sólo se dan en navidades. Una especie de conjunción astral donde el ñoñismo prefabricado (aka solidaridad de estar por casa, aka falso sentimentalismo) se alinea con el consumismo más atroz, creando una especie de vórtice espacio-bizarro-temporal, que trae del pasado (normalmente freak y cañí) elementos tiempo ha caidos en el olvido. Dudeo que de otra forma, elementos como Camilo Sesto, Raphael (que éste año ha “innovado” y en lugar de un greatest hits nos ofrece un greatest villancicos), Robbie Williams, Nirvana, Bon Jovi, The Beatles (y van…), Michael Jackson, Metallica, Hombres G (la audición de este elepé debe producir suicidios colectivos a lo Suicide Club) Frank Sinatra (que tiene más recopilaciones ya que discos grabados en vida), o Marta Sánchez pudieran ganarse el sueldo con un solo disco publicado al año. Hay casos más exagerados, como el “Número 1” de san Camilo, que se diferencia del “Camilo Superstar” por haber incluido esa declaración de principios freaks que es el “Mola Mazo”. Hay otros que no tienen razón de ser (me pregunto que habrán metido en los packs de los Beatles y de Frank Sinatra para que los pajilleros discográficos se compren la enésima recopilación) y existen casos como el “Lo mejor de Marta Sánchez”, unión perfecta entre el garrulismo y la modernidad (y lo mejor es que va de glamourosa por la vida).

Aunque de todas formas, mis recopilaciones preferidas, de ahora y siempre, son las que realizan las discográficas, para un público simple, que se conforma con oir la basura musical que le ofrecen en todas las emisoras (salvo Radio 3, ese pequeño reducto de cultura escondido entre las hondas herzianas). Esas recopilaciones con títulos tan bizarros como “Ñ”, “La edad de oro del pop español”, “Play, los éxitos internacionales”, "Los nº 1 de los 40 Principales" (el acabóse en calidad y buen gusto), “El ritmo del garaje” o “Movie Chill” (la frikada máxima de la temporada, fusión (¿?) entre chill out y bandasonorísmo, con la intención de recuperar los dos géneros del cubo de los menos vendidos), que hacen las delicias de padres, hijos y novias al ser regalados en estas fechas, discos que pasan de caducidad más rápido que los yogures del Lidl (si no me creen rescaten algún Boom o Mad Mix que tengan por casa, seguramente en formato cassette, y me cuentan). Porque lo que está claro es que cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero, a qué negar que sí produce altos beneficios. Porque para eso es lo único que la sociedad española utiliza la memoria, para consumir. O sea.

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