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jueves, diciembre 02, 2004
11:39 p. m.

Castración

rubricado por Higronauta

"Mi libertad acaba donde empieza la del otro"
Anónimo

Francia ensayará la castración química en 48 delincuentes sexuales reincidentes”. Me descubro el sombrero ante tal magna aberración. Y aún en nuestro país, la excelentísima Lídia Falcón, abogada y feminista comprometida, aún solicitaba ayer que si esta medida no era suficiente, se podría plantear la castración física, como medida de “prevención”. Delante de esta afirmación, pensé que quizás el concepto que tenía yo de prevenir era erróneo, y corrí presto al DRAE, que me devolvió esta defición sobr el concepto: “Prever, ver, conocer de antemano o con anticipación un daño o perjuicio”. Remarco los conceptos que comportan un previo. Porque me parece que si son delincuentes sexuales, y se les somete a castración, por una cuestión espacio-temporal, ésta será posterior al delito, con lo cual es incorrecto el uso del término “prevención”. Pero hoy no venía a hablarles de esto…



Simplemente he iniciado el post de hoy con esta noticia ante la indignación que me provoca que, sobretodo, en los diferentes medios de (des)comunicación, siempre se trate a violadores, pederastas, maltratadores,… como criminales, algo así como el ejército de Satán en la tierra. He oído opiniones de todas las formas, gustos y colores, y a qué negar a que todavía estoy esperando que alguien aplique al asunto una visión algo más amplia, quizás desde un punto de vista psico-sociológico. Porque llámenme ingenuo si eso, pero soy de los que piensan que el ser humano, en unas condiciones de vida favorables, con plena liberta y responsabilidad ante sus actos, no cometería actos de estas condiciones. Creo que, quizás, y sólo quizás, tenga algo que ver en todo esto la represión socio-sexual en la que nos hallamos inmersos. El Gran Hermano una vez más ha hecho una tarea estupenda: sociabiliza al individuo despojándolo de toda posibilidad de libertad y dignidad humana (en la mayoría de los casos) ninguneando su existencia, condenándolo a trabajar para vivir (normalmente en unas condiciones infrahumanas, en puestos indeseables, con horarios que empiezan a semejarse peligrosamente a los que habían previa Revolución Industrial, y ofreciéndole unas posibilidades de ocio y escapismo que normalmente quedan más que reducidas, ya sea por cuestiones económicas, ya sea por aborregamiento catódico-cultural). La presión, el estrés, la ansiedad, la apatía, la dejadez están al orden del día. Y todo eso repercute en la vida mental de las personas. Y de qué manera. Los más afortunados no llegarán si quiera a tener conciencia de ello (dice el refrán que “sólo los estúpidos tienen la concienca tranquila”), otros sufrirán de estrés o de ansiedad o simplemente, un síntoma de tristeza sutil, y los más afectados (normalmente los que sufrirán más la represión) acabarán sacando su pulsión de thanatos por la primera vía de escape que más a mano tengan (llámenlo perversiones, llámenlo desviaciones, llámenlo enfermedades mentales).

Porque, y volvemos otra vez a lo de siempre, la sociedad es xenófoba, alcohólica, drogradicta, violenta… Algo así como una versión 2.0 de los Pecados Capitales, que en lugar de ser únicamente siete, ahora son ciento y la madre. ¿Es culpa de cada ser humano caer dentro de estas fílias? ¿Me están intentando vender que si no vivieramos bajo el mandato divino del Gran Hermano esto seguiría pasando? Me reitero, no me lo creo. Y desde aquí pediría que dejen de enviar a tanto enfermo mental a las cárceles, y habiliten hospitales mentales para todas las desviaciones que impliquen uso y abuso. Que conste que con esta afirmación en ningún momento los justifico a ellos (los más) ni a sus actos. Pero que el número de estos casos vaya en aumento progresivo año tras año es un dato a tener en cuenta. Y por favor, no me vengan con la cantinela de que ahora la mujer está más concienciada y denuncia más. Si quieren, comparen las cifras objetivas, es decir, la de aquellas que acabaron muertas a manos de sus allegados, por poner un ejemplo. Aunque el incremento es alarmante, lo único que se piden son leyes, condenas (y en breve castraciones) mayores. Pues bien, yo exijo tratamientos psicológico-psiquiátricos y mayor atención, sobretodo y ante todo a las víctimas, pero también a los agresores, prevención en lugar de represión, salud en lugar de enfermedad. En pocas palabras, aire fresco para unos tiempos en que el ambiente se enrarece a marchas forzadas y empezamos a notar la falta de oxígeno. La polémica está servida...

2 Réplicas:

  At 6/12/04 01:32 Blogger Woed afirmó:

Joder Higronauta, escribe unos posts/artículos/ultareflexivos muy interesantes. Yo soy de los viscerales que ante la violación sexual pide la castración. Pero pensándolo más sosegadamente, y algo más ciudadanamente me decanto más por el tratamiento y la cura mental. Yo también soy de los que opinan que el causan de muchas de las desviaciones y enfermedades mentales es el propio sistema.

  At 6/12/04 21:22 Blogger Higronauta afirmó:

Muchas veces tengo la sensación que desde los medios (organo de cultura y desinformación oficial) sólo se promueve esa parte visceral que citas, Woed. En pocos momentos (o ninguno) se ofrece al público distintas opciones y planteamientos sobre las cuestiones. ¿Debates? Son cosas del pasado (y por favor, que nadie me diga que 59 Segundos es un programa de debate serio, porque es una pantomima mediática, más que otra cosa). Llámenme clásico (para variar) pero, ¿dónde están aquellos debates profundos, serios e implicados, como los que ofrecía el mítico Jose Luís Balbín en La Clave? Al pueblo no se le dan opciones, sino mandamientos que sigue, adora y teme tal como se hacía años atrás con las deidades o los mandatos supremos. Sin duda alguna, el órgano humano más infravalorado de este siglo XXI es el cerebro (y en su defecto, la razón).