"Me levanto, po no me levanto, es que estoy muy
cansao, mira que si me levanto y termino hecho porvo y destrosao."
Mojinos Escozíos

Cuan engañado anda el pueblo nipón por esa admiración casi irracional que parece sentir por esa furia y esa pasión española. Que no se confundan: el españolito de a pie, más que pasión, sufre de terquedad y de ira, que no tiene nada que ver. Y si tiene valores que le realzan como Ciudadano son, la vagancia pura y dura (si hay que ir se va, pero sinó, mejor ahorrarse el viaje), el sentimiento de propiedad (modelo Gollum postmoderno) y el orgullo.

Estas elucubraciones pasaban por mi mente cuando leía esta mañana el siguiente titular:

Catalunya baja las muertes el 29% en 16 días de carnet por puntos


Y es que resulta, cuanto menos curioso el hecho que la puesta en escena del aclamadísimo carné esté (presupuestamente) cambiando los hábitos de los monos al volante (con o sin ballesta). Porque, a fin de cuentas, las sanciones a pagar siguen siendo las mismas (o casi) que hace cosa de un mes. ¿Entonces? ¿Cuales son los factores que afectan para estar consiguiendo que se circule mejor por las carreteras celtibéricas? Tres factores a tener en cuenta:

1. Una masificación de (des)información mediática y/o gubernamental, que no hace más que apurar las cifras de tráfico (a fin de cuentas, tanto ustedes, como un servidor no somos más que una mera estadística) sesgando al gusto las variables, para conseguir, que, aunque en el tanteo final, hallan únicamente 7 muertos menos que el año pasado, esto tenga que ver absolutísimamente con la entrada en vigor de la mamarrachada carnetil.
2. El sentimiento de propiedad privada que les comentaba anteriormente. El español, criado dentro de unos parámetros específicos, ya sean franquistas, ya sean neoliberales, ya sea una mezcla de ambos, otra cosa no, pero sabe muy bien lo que es suyo. Y eso, ojito con tocarlo. Puede ser el coche, la televisión de plasma de chopocientas pulgadas, o la pareja, pero se sabe guardián de la casa y que nadie se acerque ante peligro inmediato.
Ante esta estampa, obviamente, plantearse si quiera la posibilidad de que le pueda quitar unos puntos, le obliga, aunque sea a nivel inconsciente, a reducir la peligrosidad a la hora de conducir. Antes cívico y precavido que con menos puntos (y si encima el vecino tiene más que él, ya ni les cuento...).
3. La perrería, la vagancia, el hastío. Si hay una cosa que el Ciudadano no soporta es tener que moverse lo más mínimo fuera de los parámetros habituales. Algunos bienpensantes podrían considerar esto como una medida inteligente de ahorro de energía para posteriores eventos. Y, citando a la Charanga del Tío Honorio, "pues no le digo yo que no", porque, está claro, que la facilidad para el raje, la mofa y el escarnio de la que disponemos, debe consumir altos niveles de energía que, de otra manera, sería imposible sobrellevar.
Aún así, lo que realmente le jode al amigo conductor, es que si se topa con el carnet retirado por la acumulación de menospuntuaje, tenga que desplazarse hasta la autoescuela de marras, o hasta la jefatura de tráfico más cercana... Si se puede ahorrar esta molestia conduciendo mejor, ¿por qué no?


4. Algunos se llevaran las manos a la cabeza al asociar orgullo con la raza ibérica. Pero nada más lejos de la realidad. Presupongan conmigo: al típico currito, que no sabe más que desplazarse en su atomóvil, no porque no pueda viajar en transporte público, sinó, sobretodo y antetodo, por poder fardar ante la camarilla del coche en cuestión, retírenle el carnet y oblíguenle, o a ir en tren (medio de transporte del lumpen proletariat, tan denostado en estos días) o, aún mejor, a depender de alguien para poder dirigirse a los sitios. Y si ese alguien es su cónyuge, ni les cuento. ¿Recuerdan el episodio en que Homer dependía completamente de Marge por haberse quedado éste sin carnet de conducir? Pues eso mismamente.