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viernes, junio 10, 2005
1:42 a. m.

Oh! Mikey

rubricado por Higronauta
" Y yo, a todas horas la iba a ver / porque yo amaba a esa mujer / de cartón piedra"
Joan Manuel Serrat

Asumámoslo: la estética occidental hace ya varios años (quizás demasiados) que anda estancada en reiteraciones y fotoclonaciones cíclicas, que poco o nada novedoso ofrecen a la retina del ciudadano de a pie. Un servidor presupone que se debe, en gran parte, a aquella premisa conservadora (y por tanto beneficiosa, económicamente hablando) del "si no está roto mejor no tocarlo". O lo que es lo mismo: bajo la mirada de la cotideanidad, cualquier elemento novedoso suele resultar tan alejado del imaginario común que no acaba de consolidarse. Es en ese momento preciso cuando, en lugar de idear y crear concepciones artísticas novedosas, se suele recurrir a elementos ya creados, ya sean del pasado, ya sean de otras culturas. Ahora mismo nos hallamos ante el boom de lo retro y de la estética oriental, sobretodo nipona. Y es que cuando el río suena...
La família Fuccon
Todo esta parrafada viene al caso porque vengo a comentarles una de las series catódicas más impactantes, estética y conceptualmente hablando, que he podido visionar en mucho tiempo: Oh! Mikey (aka The Fuccon Family). De facturación nipona, narra las aventuras y desventuras de una família norteamericana (los Fuccon), recién trasladada al país del sol naciente, en una serie de miniclips de varios minutos de duración. Hasta aquí todo correcto dentro de los cánones estipulados de normalidad. Pero, ¿y si les digo que los protagonistas de dicha serie no son otros que maniquíes? Sí, han leído bien: maniquíes. Los cortos son una sucesión de planos y contraplanos de los muñecos en cuestión, en posición completamente estática, mientras una sucesión de diálogos de alto nivel surrealista son presupuestamente puestos en sus labios. Ver para creer, oigan.
Los personajes no tienen desperdicio alguno: la família Fuccon consagra la absurdidad y el kistch como elementos cotidianos dentro de la línea argumental. A estos hay que sumarle la galería de secundarios, que, a cuál más weirdo: el profesor de colegio, tan tímido él que tiene que ir siempre acompañado de su madre, a la que le susurra todo al oído, convirtiéndose así en su enlace con el mundo; los gemelos Tony y Charles, algo así como los Dupont y Dupont, pero en versión niños repelentes...
Maniquís sorprendidos en pleno acto amatorio
Por no hablar de esos argumentos, excéntricos, surrealistas y bizarros como sólo, a estas alturas de siglo XXI, nos pueden ofrecer los japoneses. Contemplaremos, maravillados, como Mikey recibe a un maniquí fantasma en su habitación; como sus padres (James y Barbara) simulan un secuestro con el unico fin de hacer que su hijo se tome un baso de leche o como le visten de chica para que pueda entablar relación con Emily, una niña de su edad. El absurdo elevado a la máxima potencia, vaya.
Una cosa es bien segura: el visionado de esta serie va directamente a la espina dorsal, provocando o bien una adoración fervorosa o bien una repelencia atroz. Y es que estos japoneses son únicos para transgredir más allá de lo insospechado. O sea.

5 Réplicas:

  At 10/6/05 02:58 Anonymous Anónimo afirmó:

ooooh! yo hace un año que me entere de este engendro mediatico. ... pero no he tenido exito en encontrar capitulos para descargar!!!!

.... incluso mi novia hizo un cuadro en su honor! jajaja ... para que lusca en el living de la casa.

  At 10/6/05 18:12 Blogger Hijo Tonto afirmó:

Sr. Higronauta:

Usted si que sabe de las cosas buenas de la vida.

  At 10/6/05 18:12 Blogger Hijo Tonto afirmó:

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Los japoneses jamás dejarán de sorprenderme. Están muy, muy enfermos.

Tengo que mudarme a ese pais!

  At 12/6/05 16:23 Blogger Higronauta afirmó:

x____x busque mejor y encontrará ;)
Don hijo tonto yo mejor diría "de las cosas malas de la vida", que, suelen ser, como mínimo, las más interesantes. Gracias, por eso, por el cumplido.
j+mc ya se me había pensado esa idea por la cabeza, pero creo que con unas largas vacaciones en el país del sol naciente tendría suficiente. Con el imaginario occidental que llevo a cuestas, creo que no sería capaz de adaptarme al capitalismo nipón...