Eurofreaksión
rubricado por Higronauta
"Freak freak show"
Fabio McNamara
Se lo tengo dicho: España es un país acomplejado, falto de capacidad de autocrítica y de asumir que somos los más bizarros y cañís de ésta, nuestra Comunidad. Es por eso que nuestra representación eurovisiva de este año (anoten en sus agendas: 21 de mayo) va a correr a cargo de las Son de Sol, monumento musical aflamencado (y/o acholado) donde los halla, representando las tradiciones más ancestrales y profundas, demostrando una vez más que nuestra querida celtiberia, sigue exportando al extranjero sol, sevillanas, paella (léase paela) y fiesta nacional (léase corridas de toros). Y Benidorm. Y luego hablan de progreso...
Y no es que Las Supremas de Móstoles sean una representación de la música contemporánea española actual. Pero al menos son un reflejo fiel y fidedigno de gran parte de la población ibérica. Tres femmes que pasan los 45, con nombres tales como Vicky, Susi y Luisi, exponentes absolutas de la revolución actual de la maruja, con su inconfundible rubio de pote (con mayor o menor grado de laca) y entonando un tema en el cual reprimen al marido de marras por estarse todo el día dale que te pego al cibersexo. Esto sí que es modennidad y lo demás son tonterías. Haberlas enviado al susodicho festival hubiese representado un avance social en dos aspectos básicos: asumir lo que somos y reirnos de ello, y dejar de tomarnos el concursito de marras tan a pecho, qué parece que queramos superar algún tipo de trauma subliminal por ir siempre los últimos en esta Europa que tantos han aceptado como válida. Envidia me dan los austríacos que son capaces de enviar al maestro Alf Poier a hacer el freak, cantando sobre perritos y gatitos con su temazo Weil der Mensch zählt hace unos años.
Porque, por muchos oteros, dalmas, zubiris y otros que hallamos ido enviando año tras año, un servidor no recuerda momento más mítico en su memória eurovisiva que la de Remedios Amaya, toda descalza ella y embutida en un vestido hecho con tela de tienda de campaña (de la diadema que portaba, ni hablaré), entonando aquello de "Quién maneja mi barca". Vale, quedamos los últimos (que tampoco es de extrañar), ¿y qué? El momento bizarro no nos lo quita ni Dios.
Reitero mi apoyo incondicional a las Supremas. Porque son nuestro futuro. Porque, si lo piensan friamente, todas esas killacas y garrulas que pueblan sus poblaciones (y que suelen ir colgadas del brazo de un elemento tunero) un día crecerán, formarán una família y tendrán retoños. Y, a qué negarlo, serán como fotoclones baratos de la Vicky, la Susi y la Luisi. Porque las Supremas son nuestro futuro... ¿A qué acojona?
Apostilla: Desde aquí mi más sentido homenaje a José Luís Uribarri, mítico presentador/locutor durante tantos años del festival de Eurovisión, que tantos buenos momentos nos ofreció y mi más anhelado deseo de que vuelva a realizar tan digna tarea. A qué negar que no es lo mismo sin sus comentarios. Ni de lejos...
Fabio McNamara
Se lo tengo dicho: España es un país acomplejado, falto de capacidad de autocrítica y de asumir que somos los más bizarros y cañís de ésta, nuestra Comunidad. Es por eso que nuestra representación eurovisiva de este año (anoten en sus agendas: 21 de mayo) va a correr a cargo de las Son de Sol, monumento musical aflamencado (y/o acholado) donde los halla, representando las tradiciones más ancestrales y profundas, demostrando una vez más que nuestra querida celtiberia, sigue exportando al extranjero sol, sevillanas, paella (léase paela) y fiesta nacional (léase corridas de toros). Y Benidorm. Y luego hablan de progreso...
Y no es que Las Supremas de Móstoles sean una representación de la música contemporánea española actual. Pero al menos son un reflejo fiel y fidedigno de gran parte de la población ibérica. Tres femmes que pasan los 45, con nombres tales como Vicky, Susi y Luisi, exponentes absolutas de la revolución actual de la maruja, con su inconfundible rubio de pote (con mayor o menor grado de laca) y entonando un tema en el cual reprimen al marido de marras por estarse todo el día dale que te pego al cibersexo. Esto sí que es modennidad y lo demás son tonterías. Haberlas enviado al susodicho festival hubiese representado un avance social en dos aspectos básicos: asumir lo que somos y reirnos de ello, y dejar de tomarnos el concursito de marras tan a pecho, qué parece que queramos superar algún tipo de trauma subliminal por ir siempre los últimos en esta Europa que tantos han aceptado como válida. Envidia me dan los austríacos que son capaces de enviar al maestro Alf Poier a hacer el freak, cantando sobre perritos y gatitos con su temazo Weil der Mensch zählt hace unos años.
Porque, por muchos oteros, dalmas, zubiris y otros que hallamos ido enviando año tras año, un servidor no recuerda momento más mítico en su memória eurovisiva que la de Remedios Amaya, toda descalza ella y embutida en un vestido hecho con tela de tienda de campaña (de la diadema que portaba, ni hablaré), entonando aquello de "Quién maneja mi barca". Vale, quedamos los últimos (que tampoco es de extrañar), ¿y qué? El momento bizarro no nos lo quita ni Dios.
Reitero mi apoyo incondicional a las Supremas. Porque son nuestro futuro. Porque, si lo piensan friamente, todas esas killacas y garrulas que pueblan sus poblaciones (y que suelen ir colgadas del brazo de un elemento tunero) un día crecerán, formarán una família y tendrán retoños. Y, a qué negarlo, serán como fotoclones baratos de la Vicky, la Susi y la Luisi. Porque las Supremas son nuestro futuro... ¿A qué acojona?
Apostilla: Desde aquí mi más sentido homenaje a José Luís Uribarri, mítico presentador/locutor durante tantos años del festival de Eurovisión, que tantos buenos momentos nos ofreció y mi más anhelado deseo de que vuelva a realizar tan digna tarea. A qué negar que no es lo mismo sin sus comentarios. Ni de lejos...
0 Réplicas:
« back home
Publicar un comentario