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jueves, enero 20, 2005
11:12 p. m.

Hastío Catódico

rubricado por Higronauta
"Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro."
Groucho Marx

Hubo un tiempo en que en este país (España para los despistados) se contaba con una producción catódica de un nivel aceptable, por no decir alto. Dorados años ochenta en el cual el medio televisivo nos sorprendió gratamente con series como Brigada Central, Turno de Oficio, el Lute o Curro Jiménez entre otras (por no saltar a los años sesenta cuando el maestro Serrador nos ofreció una de las obras cumbres de la televisión made in Spain: Historias para no Dormir). Series con personajes auténticos, rodadas en su mayoría en exteriores, con actuaciones dignas de mención y con guiones memorables.

Pasan los años, y las cadenas mediáticas, en pos de toneladas de telebasura y programas teóricamente culturales, prefieren ahorrar capital en producción de series, y llegan a la conclusión de que es mucho más económico rodar en estudio. A la par que sucede esto, los actores de toda la vida, que no encuentran trabajo alguno en la gran pantalla, empiezan a desfilar por el tubo de rayos catódicos, haciendo gala de las peores interpretaciones de las que son posibles, presupuestamente debido a unos guiones que nada tienen que envidiar a los escritos para los Teletubbies o el Chavo del Ocho, por ejemplo. Porque no nos engañemos, la producción patria a nivel de series da auténtico asco. Sitcoms reiterativas hasta la saciedad, intentos frustrados de copiar series foráneas, telenovelas producidas exclusivamente para consumo de la tercera (o cuarta) edad, "revaivals" pasados por el tamiz de una mala conciencia y una peor memoria y, caso aparte, Emilio Aragón y su oferta televisiva (ser omnipresente, cual Dios mediático, con sus series casposas y retrógradas). Y en un momento de originalidad postmoderna, creamos un spin off (serie creada a partir de un personaje de otra serie con altos índices de audiencia) para fotocopiar los chistes del baúl de los recuerdos. Por supuesto todo bien rebozado en paletadas de publicidad "subliminal". Patético.

Un servidor no ansía con megaproducciones al más puro estilo norteamericano, o británico (personalmente, las series de la BBC distan a años luz del resto). Simplemente aspira a unas series diferentes, novedosas, ingeniosas. No hace falta invertir mucho para conseguir un producto de altísima calidad. Y el mejor ejemplo lo tenemos en Argentina, y las dos últimas series de las que he disfrutado: Los Simuladores y Epitafios (mañana les hablaré de ellas). Dos series radicalmente diferentes a todo lo que puedan haber visto hasta ahora, simplemente partiendo de una idea más que original, y una puesta en escena que queda a años luz de las españolas. Dos series que bien podrían haber creado imperios mediáticos mucho más fuertes, sino fuera por la escasez de ideas (sumado a un aborregamiento del público que exige más de lo mismo hasta el hastío).
Caemos entonces en la pregunta típica y tópica: ¿tenemos las series que nos merecemos? Tristemente, un servidor apostaría que sí. Muy tristemente.

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