"Cuando la asamblea nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en asambleas nacionales"
Pintada anónima en el Odeón, Mayo del 68

El uso y abuso por parte del Gran Hermano de la iconología popular ha vaciado de contenido cualquier elemento contracultural y/o peligroso para él. Piesen por un momento, por poner un ejemplo, en Ernesto “Che” Guevara. Lo más problable es que la primera imagen que les venga a la mente sea la fotografía realizada por Alberto Korda, con la boina calada y la mirada perdida en el infinito. Esa imagen reiterada hasta la saciedad, desde camisetas hasta encendedores, que, gracias al uso y abuso, ha perdido una gran parte de la esencia del revolucionario en cuestión, convirtiéndose en una cuestión de estética, por no decir de moda (fíjense sino en la fotografía que acompaña este post, con Kylie Minogue luciendo un traje de Dolce&Gabbana). ¿Quieren otro ejemplo? La aberración por parte de la casa Citröen del Xara Picasso. El pintor malagueño, antítesis del sistema, ha caído una vez muerto en sus garras, siendo totalmente banalizado de la manera más atroz posible: inscribiendo su firma en un utilitario, objeto de deseo y falsa necesidad del ciudadano medio.

Hay que felicitar al GH por su estrategia: en una sociedad que vive bajo la epidemia de la falta de memoria y rigor histórico, no hay mejor manera de desvirtuar y estereotipar la iconología popular (ergo los elementos más emblemáticos de la lucha social) que convertirlos en referentes estéticos postmodernos. Llámenme apocalíptico, pero me temo que en las próximas generaciones, estas personas quedarán por fin unidas de una manera permanente a su icono popular (coche, merchandising…) perdiendo toda su esencia.
En cambio, cuando nos fijamos en la iconología contraria, es decir, en elementos aceptados por la élite (de una manera u otra), desde la perspectiva de ciudadano se tiende a mitificarlos uniéndolos a su historia y tradición, bien por miedo, bien por consciencia histórica, bien por respeto, bien por caer dentro de una tendencia Políticamente Correcta. Un ejemplo: Jose María Escribá de Balaguer, fundador del Opus Dei (la vertiente más radical de la Iglesia), beatificado hace poco por el Papa. Su imagen todavía sigue emanando un halo de respeto y temor, por mucho que el imaginario personal sea totalmente opuesto a sus idearios. Seguro que no verán por ahí la imagen del “santo” en camisetas, posters y ceniceros. En esta lista se podrían incluir también los iconos de Francisco Franco, Adolf Hitler o Bill Gates por poner algunos ejemplos al vuelo. (¿Por qué la casa Seat no produce un Seat Caudillo?)

Desde aquí les quiero invitar a que practiquen el acto subversivo de banalizar y reiterar estos ultimos iconos, utilizándolos en su vida cotidiana, y haciendo que pierdan la parte de respeto y omnipresencia que tienen, nunca olvidando quien y qué fueron, eso sí. Tarea ardua, lo sé. Y sino, piensen en lo que les viene a la cabeza cuando ven a un elemento luciendo una camiseta con la imagen de Hitler (¿captan la idea?). Pero todo es empezar. Lo ideal sería, que de aquí un tiempo, estas imágenes se convirtieran también en imaginería popular, faltas de contenido “místico” al cual estamos acostumbrados, tal como ellos han hecho con el Che. Ustedes deciden…