De un tiempo a esta parte me parece estar viviendo una especie de historicismo de segunda mano, donde conceptos y situaciones que semblaban haber acotencido tiempo ha, vuelven a palplantarse en la picota (multi)nacional como si de la panacea revolucionaria se tratara:


- La ya comentada (recurrente) radicalización de la defensa de nuestra querida Gaia, con ciertas permutaciones de criterio siempre en beneficio de unos pocos. O por qué las centrales nucleares son ahora la fuente de energía más verde del planeta cuando años atrás su peligrosidad y, sobre todo, sus residuos, eran el daño más atroz a nuestro pequeño planeta y a nuestra especie.

- Ese (sobrevalorado) estandarte de la democracia que es la Libertad de Expresión en tela de juicio, denostada por unos y defendida hasta límites insospechosos por otros, sin que ninguna de ambas dos partes consiga tener razón absoluta, ni por asomo. Y más si tenemos en cuenta que en esos bandos podemos encontrar entre otros "periodistas" de la prensa rosamarilla, políticos, famosos y famosillos, eclesiásticos, periodistas "liberales" o grupúsculos fascistas. Está visto que aquella máxima de "mi libertad acaba donde empieza la de los demás" es todo un anacronismo en toda regla. Y van...


- La (mal llamada) hambruna. Un fenómeno que parece estar recién estrenado, acabado de sacar de su funda de polietileno irisado y, según afirman, consecuencia directa de la Crisis (ver apartado 5). Tras siglos de invasión y explotación colonial, de Bancos Mundiales, de Fondos Monetarios Internacionales,... de millones y millones de muertos, vamos, desde hace a penas quince días, resulta que el hambre mundial preocupa. Ahora, empezando por la del Primer Mundo y de ahí bajando hacia cotas más meridionales, no fuéramos a confundirnos, que no están las cosas para ello.

- La sequía. O, en conceptos cinematográficos, Lo verde empieza en los Pirineos. Lustros de campos de Castilla áridos, huertas murcianas desecadas, cortes horarios de suministro, luchas diatribales (con paellas incluidas) sobre el Ebro y su(s) trasvase(s), ataques inofensivos a la verdez de los campos de golf, malversación de recursos acuíferos en beneficio de cuatro. Pero ahora, una ciudad capitalina (o con tendencia a) sufre de restricciones y hay que, no sólo parar un país, si no trasvasar, transportar, redigir cualquier centímetro cúbico para uso catalán, tanto doméstico como industrial. Y porque ha llovido, si no ya se preveía una prolongación del acueducto de Segovia hasta la ciudad condal. Como poco. Eso sí, ahora los pantanos se llenan, y el gobierno vuelve a "permitir" el derroche en lo que cada quisque guste o se antoje, ya sea llenar piscina, ya sea bañar al hipopótamo familiar a base de manguerazo.


- Crisis. Llanto y crujir de dientes. Defenestraciones y incineraciones a lo bonzo. El mundo está en crisis. España, obvio, más. Como si este país hubiera salido alguna vez de periodos económicos recesivos (para el trabajador, puntualizo). Sin remontarme a la época en blancoynegro, entre transiciones, cambios políticos, cambios de moneda, fenómenos migratorios empresariales varios debidos a la globalización y demás, ¿me explica alguien cuando el bolsillo del españolito ha sido caudaloso? Se sigue soñando a lo mismo desde que un servidor tiene conciencia: tasa de paro igual a cero, crecimiento económico (nacional), mantenimiento del IPC anual, blablabla. Una de dos, o esto no es una crisis si no un reventón como se veía venir por cuestiones petrolíferas y especulativas o si lo es, un servidor sigue sin entender como el televisor de plasma de 35" tiende a ser un estandar catódico. Pregúntenle a sus mayores lo que es/fue para ellos una crisis, y comparen.

A partir de aquí, la lista de tópicos recreados se sigue engrosando que da pavor. En ese eterno devenir que afirmaba el filósofo, todo tiene tendencia a palplantarse delante de nuestros imaginarios colectivos y personales y reclamar nuestra atención. Quizás, si el Ciudadano tuviera algo más de memoria, recordaría a todos estos fantasmas de las navidades pasadas y les convidaría a pasar a tomar una cerveza y unos tacos de chorizo ibérico o jamón serrano, pues, a fin de cuenta, no son más que viejos conocidos. El problema, una vez más, es que ante la falta de recursos memorísticos, el planeta parece volver a estar en estado de alerta máxima por un contínuo situacional que, irónicamente, siempre ha estado ahí.

Permítanme dos interrogantess antes de finalizar: ¿a qué se debe este aumento de la presión social para con estos temas, justo en el AQUÍ y en el AHORA? Y, ¿que pasa si a todo esto le sumamos un recrudecimiento de ese pánico creado al terrorismo islámico (aka internacional)? (Dudeo, no más).