"Y cuando todo hubo pasado / resultaba algo inaudito / escuchar al más escéptico / exclamar a voz en grito / "Viva la Constitución" / ¡Ay! Qué ilusión"
La Trinca, La danza del sable

Hoy se conmemora uno de esos momentos más carpetovetónicos y traumáticos (para bien o para mal) de la reciente historia española: el intento fallido de golpe de estado en 1981 capitaneado por Antoñito Tejero durante el acto de investuda de Calvo Sotelo. Momentos de esperanza para unos, de terror ante una posible vuelta de la oscuridad fascista para otros. Y es que la sombra del caudillo era (es) alargada...


Al menos eso representaba el 23-F hasta día de hoy. Un borrón en la memoria hispánica sobre aquellas truculentas horas. Pero, desde hoy, el sol vuelve a brillar sobre tan nefasto día. Porque hoy niños y niñas de la tierra de la piel de toro están ilusionados, esperanzados, llenos de jolgorio y zapatetas ante la publicación de la última entrega de Harry Potter.
Esto sí que es un golpe y no lo del Congreso, oigan. Es un golpe efectista y seguramente altamente rentable, hacer coincidir una fecha tan marcada con la publicación del best seller para adolescentes y púberes por excelencia. Un servidor se descubre el sombrero ante tan majestuosa treta mercantilista; a la cabeza que tuvo tan genial idea habría que hacerle un monumento.


Y es que a buen seguro, Antonio - se sienten coño - Tejero, debe estar carcomiéndose de rabia y de ira, al contemplar, desde su consagrado y placentero retiro (que a día de hoy es el destino que les depara a todo tipo de golpistas, fascistas y asesinos) como su día por excelencia, ese día que tanto sudor y lágrimas le había costado consagrar para su propia mismidad, ha pasado, de la noche a la mañana, a ser el día de los niños. J.K Rowling, lo suyo si que es savoire faire, y lo demás son perogrulladas. O sea.