"Nos mean y tenemos que decir que llueve."
Alfonso Daniel Rodríguez Castelao

Hoy tenía planeado bajarme a la piscina olímpica de la mansión higronáutica a hacer unos cuantos largos, luego regar los 400 metros cuadrados de jardín y acabar la jornada regalándome un baño relajante en el jacuzzi familiar. Pero resulta que, precisamente hoy, el gobierno celtibérico ha empezado a "prohibir regar jardines y llenar piscinas por la "inédita" sequía". Vaya suerte la mía.

Porque claro, un servidor lleva oyendo información sobre la sequía que asola España desde hace meses: que si no llueve, que si los embalses están bajo mínimos, que si se prevee la mayor sequía en sesenta años vista, que cuidado con las futuribles restricciones... Y tiene que ser hoy, 29 de septiembre, cuando entren en vigor las medidas de ahorro acuático. Ahora que el calor empieza a desaparecer por la entrada otoñal, y que, lo que menos apatece, es darse un baño con el flotador del patito a la cintura. Ahora que todas las piscinas ya han sido llenadas previamente para su uso y disfrute durante la temporada veraniega. Ahora, que de vuelta al trabajo, uno no tiene tiempo ni de ponerse el bañador. La pregunta es: ¿por qué justamente ahora?
Y con las consabidas restricciones, sobra decirlo, llegan los consejos didácticos para la subnormalia nacional. Esa serie de recomendaciones que, teóricamente, todo ciudadano debería estar cumpliendo, en mayor o menor medida, día sí día también. Pero, como los españolitos somos asín, no caemos en la cuenta hasta que nos proporcionan la advertencia gubernamental y/o catódica y/o internáutica (los consejos aquí remitidos están extraídos de la ocurrente página www.ahorraragua.com):

- "No mantenga el grifo abierto mientras se lava los dientes, se peina o se afeita". Dudeo: ¿quién demonios abre el grifo para peinarse?
- "No se bañe. Dúchese y ahorrará entre 80 y 150 litros de agua en cada ocasión. Eso sí, no permanezca media hora bajo el chorro". Agénciense a alguien que les cronometre su tiempo de higiene, que por lo visto, en este país somos tan limpitos que con diez minutos de ducha vamos sobrados (y luego, a coger el transporte público de rigor y a paladear esos aromas corporales que tanta náusea nos provocan a algunos).
- "Riegue las plantas o el jardín al anochecer para limitar la pérdida por evaporación. Tenga especies autóctonas que, al estar adaptadas a su climatología, no precisen muchos riegos". O lo que es lo mismo: compren cactus.
- "Recoja el agua que sale de la ducha mientras espera a que se caliente en cubos para luego fregar el suelo o regar las plantas". No sé ustedes, pero a un servidor, el agua caliente de la ducha le sale a los segundos de abrir el correspondiente grifo en cuestión.
- ...

¿Han tomado buena nota de todo? Piensen que entre todos podemos conseguir que España no se convierta en esa pasa reseca y negruzca (incendios a parte) tan similar a un desierto. Si aún así, la climatología no nos resulta favorable (dicen las malas lenguas que todo esto tiene que ver con el Efecto Invernadero, pero no se fíen mucho...), siempre nos quedará el recurso de que la población salga a la calle a realizar la danza de la lluvia colectivamente, invocando el agua purificadora y salvadora. Llover no sé yo si llovería, pero, ¿y lo que nos ibamos a reir algunos? Pues eso.