Sólo el penitente pasará
rubricado por Higronauta
"Si no quieres ser como ellos, lee"
La Bola de Cristal
En esta Santa Semana, a parte de mostrar, como ya les había comentado, la cara más oscura de nuestro pueblo llano, no puedo dejar de fascinarme por la hipocresía y la morbosidad del Cuarto Poder a la hora de retransmitir los acontecimientos sucedidos por toda la península. Está claro, como decía Chomsky, que muchas veces, lo importante no es el acto en sí, sino de quién viene y hacia quién va dirigido. Tras siglos de terrorismo occidental hacia los países orientales y africanos, fue el momento en que la Gran Potencia sufrió su propia medicina cuando todo el planeta sufrió un giro radical en su manera de entender la guerra, la política, y, por qué no decirlo, la historia en general.
Tres cuartas partes de lo mismo pasa con los actos oficiales religiosos que podemos contemplar en una de las cadenas públicas de nuestra celtiberia. Cuando los actos de crueldad, salvajismo y mal gusto nos llegan de países en vías de desarrollo económico (aka explotación globalizada), zonas aún por conquistar o suburbios de capitales varias parece ser que toda la sociedad al alirón los condena, sin tener en cuenta ninguna de las causas para que esos actos se lleven a cabo. En cambio, llegan las procesiones semanasanteras, y podemos contemplar atónitos y con el estómago harto revuelto como unos elementos anacrónicos, brutales y ancestrales se fustigan a gusto en sus nudas espaldas con una madeja de algodón de un kilo aproximado de peso, pasando posteriormente a ser saeteados por sus apoderados con esponjas de cera forradas de pinchos de cristal. Estos bárbaros se hacen llamar Los Picaos y los pueden encontrar en La Rioja los Jueves y Viernes Santo de cada año.
Otra especie de animal beatífico es la de Los Empalaos. Estos "caballeros" (por llamarlos de alguna forma) cargan sobre sus hombros un timón de un arado que se sujeta mediante una soga de esparto a su torso desnudo. En los brazos, también bien amarrados, prenden un par de vilortas (abrazaderas de hierro) que van chocando entre sí, para que el pueblo pueda saber cuando llega tan borrica procesión.
Ambas cofradías, cómo no, procesan con la cabeza encapuchada (modelo KKK, 3.0) para que sus compañeros de trabajo y amigos, una vez pasada tan amarga penitencia, no les giren la cara. Lo que me pregunto yo es: ¿qué harán estos seres durante todo el año para tener que pedir tan magna penitencia? ¿Se pasan todo el año pecando como obsesos? Pero claro, Dios es misericordioso y se apiada de los arrepentidos. Hay que joderse.
Volviendo al tema: lo que más me asusta es esa devoción fanática que se les perpetra desde los diferentes medios de comuniación, puesto que esos actos salvajes tienen el visto bueno de la "moderna" Iglesia Católica y Apostólica Romana. O lo que es lo mismo, todavía gracias que a tan magna institución no le ha dado por bendecir el asesinato o el maltrato doméstico, porque sinó, desde algunas cadenas catódicas (presupongo que ustedes ya sabrán cuales) todavía se honraría al verdugo y se le realizarían programas exclusivos, ofreciéndoles premios varios por su religiosidad fanática.
Vamos, que cuando muchos creíamos que la Iglesia estaba en perpetua decadencia, resulta que todavía da unos espasmos agónicos que hacen temblar los cimientos sociales. Como dijo el maestro de Calanda: "Gracias a Dios soy ateo". Y amén.
La Bola de Cristal
En esta Santa Semana, a parte de mostrar, como ya les había comentado, la cara más oscura de nuestro pueblo llano, no puedo dejar de fascinarme por la hipocresía y la morbosidad del Cuarto Poder a la hora de retransmitir los acontecimientos sucedidos por toda la península. Está claro, como decía Chomsky, que muchas veces, lo importante no es el acto en sí, sino de quién viene y hacia quién va dirigido. Tras siglos de terrorismo occidental hacia los países orientales y africanos, fue el momento en que la Gran Potencia sufrió su propia medicina cuando todo el planeta sufrió un giro radical en su manera de entender la guerra, la política, y, por qué no decirlo, la historia en general.
Tres cuartas partes de lo mismo pasa con los actos oficiales religiosos que podemos contemplar en una de las cadenas públicas de nuestra celtiberia. Cuando los actos de crueldad, salvajismo y mal gusto nos llegan de países en vías de desarrollo económico (aka explotación globalizada), zonas aún por conquistar o suburbios de capitales varias parece ser que toda la sociedad al alirón los condena, sin tener en cuenta ninguna de las causas para que esos actos se lleven a cabo. En cambio, llegan las procesiones semanasanteras, y podemos contemplar atónitos y con el estómago harto revuelto como unos elementos anacrónicos, brutales y ancestrales se fustigan a gusto en sus nudas espaldas con una madeja de algodón de un kilo aproximado de peso, pasando posteriormente a ser saeteados por sus apoderados con esponjas de cera forradas de pinchos de cristal. Estos bárbaros se hacen llamar Los Picaos y los pueden encontrar en La Rioja los Jueves y Viernes Santo de cada año.
Otra especie de animal beatífico es la de Los Empalaos. Estos "caballeros" (por llamarlos de alguna forma) cargan sobre sus hombros un timón de un arado que se sujeta mediante una soga de esparto a su torso desnudo. En los brazos, también bien amarrados, prenden un par de vilortas (abrazaderas de hierro) que van chocando entre sí, para que el pueblo pueda saber cuando llega tan borrica procesión.
Ambas cofradías, cómo no, procesan con la cabeza encapuchada (modelo KKK, 3.0) para que sus compañeros de trabajo y amigos, una vez pasada tan amarga penitencia, no les giren la cara. Lo que me pregunto yo es: ¿qué harán estos seres durante todo el año para tener que pedir tan magna penitencia? ¿Se pasan todo el año pecando como obsesos? Pero claro, Dios es misericordioso y se apiada de los arrepentidos. Hay que joderse.
Volviendo al tema: lo que más me asusta es esa devoción fanática que se les perpetra desde los diferentes medios de comuniación, puesto que esos actos salvajes tienen el visto bueno de la "moderna" Iglesia Católica y Apostólica Romana. O lo que es lo mismo, todavía gracias que a tan magna institución no le ha dado por bendecir el asesinato o el maltrato doméstico, porque sinó, desde algunas cadenas catódicas (presupongo que ustedes ya sabrán cuales) todavía se honraría al verdugo y se le realizarían programas exclusivos, ofreciéndoles premios varios por su religiosidad fanática.
Vamos, que cuando muchos creíamos que la Iglesia estaba en perpetua decadencia, resulta que todavía da unos espasmos agónicos que hacen temblar los cimientos sociales. Como dijo el maestro de Calanda: "Gracias a Dios soy ateo". Y amén.
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