Edoardo Vianello
rubricado por Higronauta
Hoy vengo a hablarles de Edoardo Vianello. Presupongo que poco o nada les dirá este nombre pegado a un profesor universitario, que batió el extraodinario record de aprobar 42 asignaturas en las convocatorias de Septiembre. Cuando todo parecía predispuesto para encaminarle a una magnífica carrera docente, una mañana cualquiera, por allá los años sesenta, se despertó y decidió que lo que realmente deseaba era cantar. Doy gracias por ese momento de inspiración divina que tantos buenos momentos musicales me ha otorgado.
Porque maese Vianello, a estas alturas, y con eso del alzheimer histórico crónico que padece nuestra sociedad, es un personaje totalmente olvidado del imaginario colectivo, por mucho que a un servidor le cueste aceptarlo. Porque, ¿cómo es posible olvidar a un cantante latino como éste, que cuenta en su haber con temas dedicados al pimiento (Peperone), los watusis (I Watussi), a los esquimales (Siamo due Esquimesi) o, rizando el rizo, a las crines de los jacos (Crine di Cavallo)?
Pero, ¿de dónde surge un músico como Edoardo Vianello? Agénciense de su licuadora musical y mezclen en diferentes proporciones a Franco Battiato, Georgie Dann, San Luís Aguilé y el surrealismo más trash de los Monty Python. Sazónenlo con unas gotas de Carrà y pásenlo por el tamiz del savoire faire italiano de aquellos años. El resultado es un mejunge musical a caballo entre el más puro y duro spaghetti, el pop sesentero de la época, el concepto de "canción del verano" y la música outsider de carácter melódico. Un bombazo, vamos.
Por si les entra la curiosidad sobre cómo suenan realmente los temas de este mostrenco, nada mejor que darse una vuelta por su web oficial, donde ya la página principal (una playa con cocoteros y un monigote de Vianello, acompañado de fondo con sus composiciones) es toda una declaración de principios. Eso sí, es mi deber advertirles: el consumo de Edoardo Vianello es adictivo. Y en qué medida...
Porque maese Vianello, a estas alturas, y con eso del alzheimer histórico crónico que padece nuestra sociedad, es un personaje totalmente olvidado del imaginario colectivo, por mucho que a un servidor le cueste aceptarlo. Porque, ¿cómo es posible olvidar a un cantante latino como éste, que cuenta en su haber con temas dedicados al pimiento (Peperone), los watusis (I Watussi), a los esquimales (Siamo due Esquimesi) o, rizando el rizo, a las crines de los jacos (Crine di Cavallo)?
Pero, ¿de dónde surge un músico como Edoardo Vianello? Agénciense de su licuadora musical y mezclen en diferentes proporciones a Franco Battiato, Georgie Dann, San Luís Aguilé y el surrealismo más trash de los Monty Python. Sazónenlo con unas gotas de Carrà y pásenlo por el tamiz del savoire faire italiano de aquellos años. El resultado es un mejunge musical a caballo entre el más puro y duro spaghetti, el pop sesentero de la época, el concepto de "canción del verano" y la música outsider de carácter melódico. Un bombazo, vamos.
Por si les entra la curiosidad sobre cómo suenan realmente los temas de este mostrenco, nada mejor que darse una vuelta por su web oficial, donde ya la página principal (una playa con cocoteros y un monigote de Vianello, acompañado de fondo con sus composiciones) es toda una declaración de principios. Eso sí, es mi deber advertirles: el consumo de Edoardo Vianello es adictivo. Y en qué medida...
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