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domingo, septiembre 25, 2011
11:50 p. m.

Sociología emigrante visceral

rubricado por Higronauta

Está claro: en un momento de crisis económica y social, el lumpen proletariat tiende a disparar SIEMPRE hacia abajo. Jamás de los jamases hacia arriba. Asi le han enseñado desde que era pequeño (recordemos que la clase obrera es una tabula rasa que se reinicia generación tras generación) y así sigue haciéndolo una vez llega a lo que, en términos oligofrénicos, se ha venido a denominar, madurez mental.

Se inicia el proceso del odio social (aka xenofobia) con la diferenciación de los estereotipos en tanto que vestimenta: aquél o aquella que vista de una manera distinta a lo que manda el cánon cultural establecido ha de ser atacado por su diferencia (aunque venga revestido de eufemismos inherentes a la SEGURIDAD NACIONAL.

Se continúa dentellando al débil en tanto que marginado social emigrante utilizando un argumentario basado en la demagogia más populista (emulando las consignas nazis, suene esto como suene, y le duela al que le duela): acumulación de riqueza, favoritismo económico-educativo-sanitario-social, y un sinfín de consignas sin base alguna y, sobre todo, ante la llanez del ciudadano medio, irrefutables.

La última moda en denostación xenófoba: eliminar mobiliario público en pos de un bien social: el bienestar del ciudadano. Triste, sí. Pero, parece ser, efectivo en tanto que Opinión Pública. Se retiran los bancos públicos dónde se reúnen los entes "marginales" y se elimina, de un plumazo, la insalubridad y los malhechores venidos de vayan ustedes a saber qué país (la inculturalidad conlleva el desprecio y el desconocimiento inherente).

Resultado: un aumento del odio hacia el colectivo emigrante, qué, de una manera totalmente involuntaria, pese a la falta de debate público, comporta un aumento de la riqueza del país, ya no sólo en cuestión económica, si no, a la par, cultural. Pero, a estas alturas de la enésima crisis del sistema, a quíen le importa la CULTURA...

Populismo, como comentábamos previamente, en estado puro. Hasta la persona más docta (o uno piensa que lo es) no se ofusca en proclamar eslóganes racistas, siempre con una implicación subyugada al supuesto bienestar del populacho celtibérico.



Señores, hagámos acto de reflexión, por mucho que estemos harto desacostumados a ello, gracias al gandulismo/borreguismo mental al que nos han abocado el CUARTO PODER. Nos joda o no, nos guste o no, el grupo emigrante está aportando a la sociedad mucho más de lo que nos podamos imaginar. Obviemos las proclamas. La sanidad (y con ello nuestra Seguridad Social) se mantiene gracias a un colectivo de edad joven-media que, lejos de gastar, aportan. La educación, si fuera pedagógica y no mnemotécnica, se realzaría y ascendería a unos niveles sin parangón, si no fuera por la corriente de extranjeros que estudian en las aulas de nuestras propias camadas. La economía, si no fuera por esa diferenciación socioeconómica que comporta la "alabada" globalización, sería un puntal del españolismo más democrático.

PENSAR. REFLEXIONAR. OPINAR.

Utopías que reclamar en una sociedad adormecida y que practica el ombliguismo reaccionario y xenófobo que prefiere, una iglesia católica, aunque se practique el ateísmo o, si me apuran, el agnosticismo, a una mezquita por el mero temor de un atentado o de un radicalismo que se ha bebido y mamado en la opinión creada desde las altas esferas del PODER más subyugante.

La verdad es una y trino. El sistema está en crisis y en lugar de buscar el objetivo de queja en los verdaderos culpables de TODO (los lectores más inteligentes ya sabrán dónde dirigir sus clamores) es mucho más sencillo hacer uso de la herramienta de los COBARDES: atacar al débil, al que no tiene medios ni formas de defenderse.

¿CONCLUSIÓN?




Resulta curioso que, aún así, en estos vericuetos raciales y religionales en que nos hallamos, pese al criticismo y a la radicalización del ODIO, se siga haciendo uso del "desprotegido" para fines propios. La contratación de mano de obra (más) barata o el hábito de la compra en el badulaque pakistaní más cercano a intempestivas horas se ha conformado como parte del imaginario colectivo. Odio, sí, pero cuando interesa y no repercute en mi (supuesto) bienestar (de estar por casa).

Es de obligación pues, realizar un llamamiento colectivo a esa mal llamada "clase media": si son tan afines a los llamamientos de la derechona radical y racista, dejen de convivir con el colectivo inmigrante de una manera radical: ni convivan, ni compartan ni compren en lugares donde la sociedad emigrada haga uso o tendencia. Sean españoles al cien por cien. Radicalicen su proclama. Dejen así que el resto de la población, disfrutemos de una interculturalidad, un crecimiento económico y una riqueza a la que les han preparado para renegar y/u odiar.

Un servidor (y muchos de su entorno), segurián comprando latas de cerveza a altas e intempestivas horas de la noche a elementos "marginales", seguirán compartiendo transporte con ellos y seguirán disfrutando del trato personal (trato que no disfrutan en los establecimientos patrios) en los badulaques de barrio regentados por emigrantes que saben de primera mano (más que ustedes, españolitos de pro) lo que es trabajar de sol a sol. O sea.

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1 Réplicas:

  At 26/9/11 08:42 Blogger Sr. Forfy afirmó:

A mí de este debate me sorprende siempre lo mismo: se nos ha enseñado a odiar al inmigrante que provoca que "los de aquí se queden sin trabajo" pero nunca, nunca, nunca se menciona al empresario/contratista sin escrúpulos que pone sobre el tablero las mas lamentables condiciones laborales. Por ejemplo.

Luego, lo de siempre, generalizando que es gerundio. Un colectivo en bloque y sin matices, todos iguales. Todos vienen a delinquir, etcetera, pero luego el transporte público esta lleno de sudamericanas que van a limpiar las casazas de las ricachonas (¡y que le quitan el trabajo a las de aquí! ¡Que verguenza!). Ah, la conveniencia...

Flaco favor se hace con esto del mismo saco, de hecho perjudica mucho a la hora de tipificar y considerar al propio inmigrante delincuente por su acto delictivo en sí, por encima de su propia procedencia.

Chapeau con todo. Estamos que lo tiramos, eh? :P